INTRODUCCION
BarZelona
INTRODUCCION
Bah, no sabría cómo definir lo
que sucedió. Sé que el fanatismo no nos trajo nada bueno. Se que los unos por
los otros, la fastidiaron. Sé que unos pedían la independencia, mientras otros
se negaban, y sé que ambas partes la cagaron de mala manera.
Fue en Enero de 2017 cuando
decidieron que sí o sí, Cataluña debía ser un país en vez de una provincia. En
una reunión en el Parlament de Catalunya, se decidió hacer una votación para
mediados de Junio del mismo año. Se dispuso que fuese un día laborable en vez
de un domingo, ya que así, la gente estaría trabajando. También decidieron que
todo aquel que quisiese ir a votar por la independencia, tendría un permiso
para ausentarse del trabajo durante dos horas. Esto era buena idea, ya que se
aseguraban que, por un lado, la gente no estaría fuera de fin de semana, y por
otro, las ganas de salir del trabajo durante esas dos horas. Con el fin de que
la gente no se “escapara”, al volver al trabajo, entregarían un comprobante que
recibirían en el momento en el que votasen. Igualmente, al ir a votar, quedaría
un registro, solo con el carnet de identidad, a disposición de las empresas.
Dicho de otra forma, si una empresa llamaba a un teléfono determinado para tal
caso y daban el número de carnet de identidad del trabajador, les confirmarían
al instante si habían ido a votar o no. Si habían ido, era un tiempo perdido
para la empresa. Si no habían ido, la empresa estaba en pleno derecho de
sancionar al trabajador por ausentarse de su puesto de trabajo sin justificación.
Parecía que lo tenían todo bien
montado.
A finales de Enero del mismo año,
la situación entre Cataluña y España se degradó aún más. Un tipo, del cual no
se llegó a saber nada, atentó contra la vida del Presidente de la Generalitat.
El hombre estaba dando un mitin a
favor de la independencia. Estaba en un estrado en la calle, prodigando las
bondades que ser independiente nos traería. Tendremos más dinero en las arcas
públicas… la enseñanza será totalmente en catalán… la sanidad mejorará
sustancialmente… podremos librarnos de los peajes de nuestras autopistas… y un
largo etcétera de milagros que la independencia iba a traernos. A cada milagro,
la gente se exaltaba y prodigaba gritos a favor de la independencia… unos
cantando el himno dels Segadors, otros gritando “Catalunya Lliure”, incluso los
había que de dedicaban a vitorear a favor de una guerra catalano-castellana, si
no nos otorgaban el beneplácito de ser un país libre. Todo muy humano y muy
sensato.
Cuando acabó el discurso, y como
era habitual en él, bajó del entarimado, y rodeado de sus guardaespaldas, se
dispuso a darse un baño de masas. Saludando a izquierda y derecha, la gente le
aclamaba como el “Moises” que les llevaría a la tierra que mana leche y miel.
Lo cierto es que la consulta, ponía pinta de ser un éxito aplastante.
Recuerdo ese momento bien.
Alguien detrás del President, hizo reventar una traca de petardos, los cuales
hicieron que de manera instintiva, los guardaespaldas se girasen de inmediato.
En ese instante, aquella persona, aprovechó la distracción para asestar una
puñalada al President. La gente empezó a chillar y al darse la vuelta los
guardaespaldas, encontraron al político de rodillas, escupiendo sangre por la
boca.
Recuerdo que estaba en casa y al
verlo en televisión exclamé “¿Qué coño ha sido eso?”. Aquellas seis o siete
torres humanas lo levantaron del suelo como el que se agacha a recoger un papel
que se le ha caído. Uno de ellos, delante de los otros, sacó una pistola y
empezó a disparar al aire. La reacción de la gente fue evidente… chillar,
correr i apartarse de los disparos. Es instintivo. La masa de gente es tonta de
por sí. Si alguien grita, todos gritan. Si alguien empieza a saltar, todos
saltan. Si uno canta más fuerte, todos acabarán cantando aquella canción. Si la
masa chilla y corre… todos chillan y corren.
Hubo muchos heridos aquel día.
Aplastamientos, huesos rotos, asfixias. Milagrosamente nadie murió.
El President fue trasladado en
helicóptero al Hospital de la Vall d’Hebrón. Allí se determinó que la puñalada
había entrado por la espalda, justo debajo del omoplato y había perforado el
pulmón derecho. Se le tuvo durante cinco horas en quirófano. Es curioso porque
no recuerdo haber visto las calles tan vacías desde aquella noche del 23 de
Febrero de 1981. Todos estábamos en casa enganchados a la televisión esperando
el parte médico para saber el estado del político.
Finalmente un elenco de batas
blancas, salió a dar la noticia. El President de la Generalitat ha sufrido la
fractura de una costilla y la perforación del pulmón derecho. Después de una
intervención de cinco horas y media, su estado, aunque grave, era estable.
Según dijeron los médicos, el cuchillo era un machete con una hoja de
aproximadamente quince centímetros, de los cuales trece, entraron en el cuerpo
del político.
A la mañana siguiente, las mismas
batas blancas, aseguraron que ya estaba fuera de peligro y que el pronóstico
era excelente. Informaron que la familia ya había podido hablar con él y que lo
encontraron muy animado. Aseguraron que, de seguir así, en dos semanas ya
podría abandonar el hospital… Me lo creo. Obviamente, si tu ibas al hospital
con aquel pronóstico, hubieses estado más de un mes dentro.
Al elemento que hizo tal
tontería, no se le cogió nunca. Jamás se le pudo identificar. Es la genialidad
de la casualidad. A nadie le podía importar esa persona en concreto… es más, a
nadie le importaba nadie… La masa es tonta. Si alguien le da la mano al que
hace el mitin, todos abandonarán lo que estén haciendo para poder estrecharle
la mano a la celebridad. Lo único que una cámara captó, fue el momento de la
puñalada en la espalda.
Esos tres o cuatro segundos, los
repitieron por televisión hasta la saciedad. Se le pedía a la gente que
identificara a alguien por un puño de camisa, un guante y un puñal (que dicho
sea de paso, ya obraba en manos de la policía). Se hicieron muchas conjeturas
por lo que al guante y el puño de camisa hace… que si ese tejido se hacía en
ciertas fábricas de España… que si ese guante parece fabricado de cuero… o de
polipiel… o vete a saber tu. Lo cierto es que jamás se pilló al que atentó
contra esa vida.
Lo mejor del caso es que esa
persona, sin saberlo, acababa de crear al mártir perfecto. Alguien que acababa
de rozar la muerte por la independencia y libertad de ese país.
Semanas después, ese mártir por
la causa, salía al balcón de la Generalitat de Catalunya emulando al President
Tarradellas aquel glorioso día, con un sonoro “Poble de Catalunya… Ja soc
aquí!!!”
Catalunya ya tenía a su Mesías.
Me parece recordar que un mes más
tarde, hubo una reunión para intentar calmar los ánimos de todos. Generalitat y
Gobierno central en pleno, se reunían para debatir sobre la legalidad de esa
votación y si de paso, había alguna manera de poder evitar que se llevara a
cabo. La Constitución de España no permitía ese tipo de referéndums. El
Gobierno catalán ya no reconocía dicha Constitución, con lo cual, se habían
levantado en rebeldía. La consulta soberanista se llevaría a cabo.
Como pasó desde el principio, y
más después del atentado, la “charla” no fue bien. La Generalitat acusaba al
Gobierno central de querer erradicar la catalanidad (como si fuese un virus) de
la misma Catalunya. Menos catalán en las escuelas, dejaría de ser obligatorio
el saber catalán para poder ser funcionario (ya fuese profesor, médico,
policía, bombero o tan solo un funcionario en una oficina), a cambio de eso, el
Gobierno Central, ofrecería a Catalunya más dinero del que recibía en ese
momento, lo que incluiría una Hacienda propia, bajo supervisión del Gobierno de
España.
Decirle eso a un catalán era como
evocar los tiempos en que se nos negó ser un pueblo con una lengua y una
identidad propia. La Generalitat en pleno dijo que ni en broma aceptaba esos
términos y exigía que, sin querer nada a cambio, se les permitiera hacer la
consulta de manera legal, ya que, con o sin ley, la harían del mismo modo.
Es evidente que en esa reunión,
no se llegó a ningún punto en común.
Para acrecentar aún más la
inestabilidad reinante, el Presidente del Gobierno central, empezó a cogerle el
gusto a venir a Catalunya. Venía cada dos por tres a tratar temas con el ramal
catalán de su partido. Cuando lo hacía, procuraba que todo el mundo se
enterase, de manera que, al llegar aquí, siempre era esperado por una masa
ingente de personas que lo ponían a parir. Podían oírse gritos que iban desde
Nazi, pasando por “hijo de Franco” hasta llegar a “te vamos a matar hijo de
puta”. Todo esto, era utilizado a su favor en el momento en el que abandonaba
Catalunya, fuera de aquí, nos tildaba de radicales y de separatistas, para
acabar diciendo que España es Una… la coletilla la poníamos aquí como “Grande y
Libre”.
El punto de inflexión llegó en Marzo.
El Gobierno Central, no solo dejó de devolver el dinero que Catalunya debía
recibir conforme a las aportaciones del Estado, sino que además anunció a bombo
y platillo que el fondo para las comunidades autónomas quedaba anulado. Lo que
se traducía en un “vas a pagar, pero no vas a recibir nada a cambio”. Fue
entonces cuando la Generalitat de Catalunya decidió previa votación en el
Parlament de Catalunya, que no iba a pagar nada más al Gobierno Central.
Eso creó muchas heridas en el
resto de España. Todos pagarían menos Catalunya, y no solo eso, sino que se
sospechaba que bajo la mesa, el Gobierno Central, seguía pagando al resto de
Comunidades Autónomas, menos a nosotros.
Quedó pronto demostrado que
Catalunya por si sola, iba a pasar serios apuros económicos, al menos de
momento, ya que el Gobierno Central anunció eso justo una semana antes de que
se nos tuviese que devolver no se que cantidad de miles de millones de euros.
Con lo que, estábamos en blanco.
De igual manera, y ante la
negativa de seguir pagando, se nos amenazó con una intervención a todos los
niveles.
Fue la primera vez que, muy
solapadamente, la palabra guerra aparecía en el horizonte.
Durante los meses de Abril y Mayo
de 2017, la tensión fue acrecentándose. En Catalunya se declaró persona Non
Grata al Presidente del Gobierno Central, lo que quería decir que, si seguía
viniendo a “visitarnos”, debería traer todo tipo de protección posible, ya que
la policía de aquí, no iba a mover ni un dedo.
Ellos respondieron de manera poco
acertada. Empezaron a movilizar fuerzas del ejército hacia las bases de
Zaragoza y Valencia. Eso se interpretó aquí como una amenaza directa, con lo
que el President de la Generalitat, llevó el caso a Bruselas.
Allí le contestaron que, la
movilización de tropas dentro de un país, depende directamente de los
estamentos centrales de cada país. Solo Francia estuvo en contra de tener tanta
tropa relativamente cerca de sus fronteras, a lo que respondió enviando
cantidades ingentes de tropas a la fronteras con Catalunya y el País Vasco.
España ya se cuidaría y mucho de no hacer enfurecer a nuestros vecinos. Uno
porque el Ejército francés es de los más potentes del mundo, y otro porque uno
de los principales aliados de Francia es Estados Unidos y por ende Inglaterra.
Bruselas ni tan solo se molestó en intentar lidiar con todo lo que estaba
sucediendo en España. No mediaron entre ambas partes. No se metieron.
Sencillamente ignoraron nuestra petición de que España retirase tanto militar
tan cerca de Catalunya. No podían hacer otra cosa, ya que la Unión Europea no
tiene peso en ese sentido, salvo amenaza a otro país comunitario. Técnicamente
Catalunya no era un país, era una provincia, con lo que no había amenaza alguna.
Igualmente, tampoco es que la Comunidad Europea sirva para mucho más que
enriquecer a unos pocos, machacar a cientos de millones y gastarse el dinero de
todos en reuniones, viajes, dietas y otras imbecilidades que al pueblo no le
interesan para nada.
Mientras tanto, el tema de las
elecciones por la independencia seguía su curso. Ya estaba todo preparado y se
anunció a principios de Mayo que la fecha escogida para las elecciones sería el
17 de Junio. No recuerdo qué día de la semana era, pero era un día laborable,
eso seguro.
Alguien dijo por televisión que,
a principios de Junio, más del 75% de tropas aéreas, terrestres y navales de
España, estaban en toda la frontera Catalano-Aragonesa y Catalano-Valenciana.
Otro 17% estaba concentrada en Madrid, con lo que podían estar aquí en menos de
12 horas.
Eso no nos hizo replantearnos
nada. La consulta se iba a realizar sí o sí el 17 de Junio. El President de la
Generalitat se encargaba y muy en serio, de dar a conocer la situación en la
que se encontraba Catalunya, al resto del mundo. Algunos países estaban de
nuestro lado. Recuerdo a Inglaterra haciendo un alegato muy duro contra lo que
ellos denominaban “El terrorismo español contra Catalunya”. Otros, como Rusia,
apoyaban al 100% al Gobierno Central, supongo que por la guerra de los Balcanes
que ellos mismos vivieron, y de la cual, se segregaron diferentes regiones,
algo que Rusia nunca perdonó.
El 17 de Junio de 2014 llegó. La
gente salió masivamente a la calle para ir a votar. Podían verse colas de
cientos y cientos de personas esperando para poner su voto en una urna. Yo
pensaba ir a votar a última hora de la tarde, con lo que veía las noticias en
televisión. Aún siendo un día laborable, para la gente, era una fiesta. Había
miles de personas en la calle con banderas catalanas, cantando y bailando. Era
un espectáculo. La gente, después de muchos meses de tensión, era libre para
salir a votar y ejercer su derecho.
Todo estaba funcionando bien y no
solo eso, era una maravilla ver cómo se estaba desarrollando todo. No había
diferencia de edad ni de clases. Todos éramos uno solo en ese momento.
Si no recuerdo mal, fue poco
antes del medido día cuando se escuchó el primer estruendo en algún lugar de
Barcelona. Fue un sonido corto, y muy grave, pero de tal envergadura que hizo
temblar todos los muebles de casa. Los cristales no se rompieron, cosa extraña.
Corrí al balcón a mirar qué
estaba sucediendo. Observé a la gente de la calle. Miles de personas, miraban
hacia arriba. Había silencio. Al alzar la mirada pude ver como el cielo, poco a
poco, se iba poniendo de color violáceo. La luz iba menguando proporcionalmente
a la intensidad de violeta que adquiría el cielo. No podía creer lo que veía.
Uno pensaría que la tonalidad de luz, adquiriría ese violeta, pero no era así.
Sencillamente con un cielo despejado y siendo casi mediodía, la luz se iba
apagando. A lo lejos, se podían oír otras explosiones. A cada explosión, la
intensidad de violeta, se acrecentaba y se iluminaba por una fracción de
segundo. Finalmente ya no se oyeron más explosiones. Reinaba un silencio
sepulcral. La gente en la calle seguía inmóvil con la mirada fija en el cielo.
Recuerdo bien que, hasta la brisa refrescante que había esa mañana, se detuvo.
Los árboles parecían fotografías. Me resultó extraño tanto silencio y por un
momento entré en casa para ver la televisión que tenía encendida. Se había
apagado. Intenté encender la luz, pero tampoco había. En el comedor, la penumbra
iba ganado terreno poco a poco. Mi respiración se iba acelerando a cada segundo
que pasaba. Recuerdo que me preguntaba a mi mismo, qué narices estaba
sucediendo. Cogí el teléfono móvil y cuando intenté conectarlo, vi que no había
cobertura. Más oscuridad. Descolgué el teléfono de casa. No había señal. Corrí
hacia el balcón de nuevo. La gente seguía inmóvil con la mirada clavada en el
cielo. La oscuridad nos envolvía poco a poco. Los ojos se iban adaptando a esa
claridad a medida que iba disminuyendo. Mi respiración estaba muy acelerada,
hasta tal punto que estaba hiperventilándome.
Cuando la luz del sol hubo
disminuido lo suficiente y dejó de cegarnos, fue cuando realmente pudimos ver
lo que las explosiones habían creado.
Sobre Barcelona había aparecido,
de repente, lo que todos ya conocemos por desgracia.
En pocos segundos La Nube nos
alcanzaría. La última cosa que recuerdo, era esa nube bajando hacia nosotros.
No olía a nada, no tenía mal sabor de boca, no me dolía la cabeza ni estaba
mareado. No me picaban los ojos ni la nariz, ni estornudaba. No me dolía la
garganta… solo oscuridad hasta tal punto que no veía nada. Solo oía mi
respiración acelerada. Entré dentro palpando la pared y me recosté en el sofá.
En el exterior no se oía nada. Ningún ruido entraba ni salía. Temblaba. No
tenía frío, pero temblaba. Era pavor a no saber, a no ver, a no sentir. Fue
entonces cuando perdí el sentido.
Después de recostarse en el sofá
y perder el sentido, Robert abrió los ojos. No veía bien, de hecho, su visión
era blanquecina hasta tal punto que era imposible que viese nada más allá de un
metro de distancia.
Se puso las manos en los ojos, y
descubrió que al intentar hacerlo, sus brazos no respondían con suavidad. Como
un brazo robot estropeado, se movían a golpes. Era como si no fuesen suyos,
pero al mismo tiempo obedecían al sentido primario del movimiento. Intentó
ponerse en pie. Las piernas le fallaron varias veces, hasta que por fin, lo
consiguió. El sentido del equilibrio le jugó una mala pasada y al intentar dar
un paso, su cuerpo se ladeó y cayó pesadamente contra la mesita de café de
cristal, la cual estalló debajo de él.
Cuando por fin consiguió ponerse
en pie de nuevo, Robert notó que algo le rozaba el antebrazo derecho. Levantó
el brazo toscamente y con su mano descubrió que un gran trozo de cristal estaba
clavado en su costado. No le importó. Lo dejó clavado en el mismo sitio. Se
quedó de pie, inmóvil.
Dejó caer la cabeza hacia atrás.
Su mirada estaba perdida, no movía los ojos. No pensaba. Tan solo emitía un
leve gruñido cuando inhalaba un aire que sus órganos ya no necesitaban. Tenía
la boca entreabierta. Un hilo de saliva resbalaba por la comisura de su boca.
El instinto de supervivencia
mantenía ciertas funciones básicas de Robert. La principal era la necesidad de
comer. Un ansia irrefrenable de comer y engullir. De devorar, no importaba el
qué mientras estuviese vivo.
Al otro lado del piso de Robert
algo se movió. Luna salió de la habitación. Andaba meditabunda, no tenía claro
qué es lo que había pasado, pero estaba claro que no era normal. Su paso era
lento, pero firme. Deambulaba por el largo corredor a oscuras. Andaba hacia
Robert.
Fue entonces cuando Robert giró
su cabeza rápidamente hacia su izquierda. El olor de Luna le llegó como un
aroma exquisito que provocó en él una reacción drástica. Robert empezó a correr
hacia Luna y se lanzó encima de ella. Los dos cuerpos chocaron con un golpe
fuerte y seco. Al mismo tiempo que caían contra el suelo, Robert clavó sus
incisivos en el cuello de Luna, la cual ladró con un aullido de pena. Luna no
comprendía que sucedía. No sabía por qué su amo le hacía daño. Desde pequeña lo
había querido y respetado. Le había hecho compañía, le había acompañado y le
demostraba todo su amor. Él le daba de comer, la cuidaba y la acariciaba. Le
daba todos sus mimos.
Luna miró a Robert y vio la parte
de atrás de su cabeza moverse deprisa de un lado a otro. Por un segundo pensó
que se parecía a ella cuando cogía una cuerda y jugaba. Pero en vez de
una cuerda, era su garganta. Lo último que Luna vio fueron los ojos grises de
Robert y su boca masticando lo que una vez fue su tráquea. Luna no atacó, jamás
hubiese podido hacerle daño a Robert. Le quería. Luna cerró sus ojos lentamente
y se dejó llevar.
Robert atacó de nuevo.
Empezaba una era de terror.
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